sábado, 12 de diciembre de 2009

A un día de las elecciones 2009

Cuatro opciones presentadas para las elecciones del 2009. ¿Se trata tan sólo de cambiar un Presidente? ¿O hay algo más en juego?… la verdad es que siempre lo hay. Y lo hay porque tras cada opción que se tome existen ideas que se plasman, que al margen de los resultados quedan ahí flotando a la espera que las circunstancias las lleven a la práctica… para bien o para mal.

La opción de Piñera pretende desligarse de las ideas que históricamente ha tenido su sector. Aquellas que sumieron en la miseria a los primeros trabajadores industriales en pos de la libertad económica y ahogaron con sangre sus voces alzadas. Pero ya no es lo mismo, así como se habla de “izquierda renovada” también hay una especie de “derecha renovada”… o digo mal, ya no es una derecha, sino una “centroderecha”. ¿Y cuales son las ideas de este nuevo movimiento? No se trata hoy por hoy que los trabajadores estén desprotegidos porque son unos rotos picantes, sino que la libertad económica, la misma que pregonaban los industrialistas del siglo XIX, es un asunto “técnico”. Este apelativo neutraliza toda diferencia que podamos expresar, porque al tratarse de una cuestión técnica debemos inclinarnos ante conceptos y números que pareciéramos no comprender. Tras la conclusión ya no hay ideología, no la puede haber tras la caída de la Unión Soviética que demostraría las bondades indiscutibles del capitalismo, que tampoco es tal, así como la derecha tampoco ya lo es. Se trata todo de un sentido común a-ideológico.

¿Y que ocurre si no creemos en las cifras mágicas y los datos con que nos deslumbran? ¿Si sospechamos que en realidad el sentido común no es sino una ideología que nos imponen? Bueno, en ese los cinco mil millones doscientos veinticuatro mil trescientos ochenta y cinco carteles que adornan tan hermosamente las calles de nuestras ciudades nos dicen que sólo hay una alternativa y ni una más. La de un tipo que alguna vez ya gobernó nuestro país. Y si no gana dicha opción vendrá el caos. Mis recuerdos entonces vuelan veintiún años cuando nos decían que si en un plebiscito de aquel entonces no ganaba la opción “SI” vendría un desastre. Concluyo entonces que deben ser las mismas personas. Ratifico mi conclusión cuando observo cortejos en los que los allegados a aquel narigón candidato rinden pleitesía a los grandes empresarios de nuestro país en pomposos encuentros.

Pero al ver la televisión veo que en la foto hay otros dos candidatos y me pregunto ¿Quién será ese viejito bonachón que allí aparece sonriente? Lo veo en la franja con melodías de algún grupo musical izquierdista de fondo. Sus ideas las he escuchado ya en alguna parte, de hecho las vengo escuchando hace ya tiempo. Aun recuerdo a sus antecesores, a Salvador Allende, quien logró llegar a la Moneda en un momento de bonanza de la izquierda latinoamericana y gracias a la suma de diferentes sectores a un mismo proyecto general; los que creyeron factible derrocar por la fuerza a la dictadura de Pinochet, asunto posible dada ciertas fragilidades del régimen; el de un cura rebelde que encabezaba el retorno de los comunistas a la lucha electoral y tenía por lo mismo cierto aroma a renacimiento; el de una mujer que generaba admiración en un momento de falta de lideres reales; y, finalmente el que encabezó Thomas Hirsh, líder de un nuevo frente llamado “Juntos Podemos Más”. La nueva coalición era un acto de fe de las ideas en torno a la unión de las fuerzas populares para la consecución de fines. Hoy, Jorge Arrate plantea un proyecto construido con ideas sólidas y maduras, pero en circunstancias que no permiten su crecimiento y dentro de un grupo desmembrado.

Pero hay un cuarto candidato al que no ubico bien. Porque reconozco a uno que representa las ideas del liberalismo burgués, a otro de una socialdemocracia burocratizada y a un tercero de la alternativa socialista del desarrollo. ¿Y quien es el MEO? Es Hijo de Miguel Enríquez, líder de jun movimiento revolucionario más rupturista que el que hoy apoya a Arrate, diputado del grupo político autócrata que nos gobierna, pero que sin embargo se presenta como alternativa al candidato oficialista. Quizás es el último punto en el que hay que concentrarse, concluyendo así que da lo mismo quien sea Marco Enrríquez Ominami, porque lo que representa es una renovación del movimiento que logró terminar con la dictadura militar y que generó un proyecto de cambios sociales que se enredó entre las redes del poder.

La elección de mañana ya esta clara. El CEP ha hecho perder todo misterio a los procesos electorales. Al proyecto de Jorge Arrate suscribirán los que siempre lo han hecho y las ideas que representa continuaran flotando para ser rescatadas en algún momento y en cuanto a Marco Enrríquez Ominami también resultará derrotado, pero será el inicio de un nuevo referente, de un grupo que generará nuevos pensamientos. Me he debatido estos meses entre Arrate y Enrríquez Ominami y en esa busqueda visualice una imagen. La ideas de Jorge Arrate son un pollo que hace mucho tiempo que nació, pero que vive en un lugar sin oxigeno para crecer, pero si para seguir subsistiendo; Lo que hay tras Marco Enrríquez, en cambio, es un huevo con el cascaron trizado y un ser que trata de salir a la luz. Tras ese nuevo ser tengo la esperanza que crezca aquello que todos necesitamos.

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